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HISTORIA DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR . . . .
         

 

EL PASO DEL ESTRECHO DE GIBRALTAR DESDE SUS ORÍGENES HASTA 1492


INTRODUCCIÓN

Algo más de cuatro millones de años después de la apertura del flanco occidental de la gran cordillera alpina que unía ambos continentes, es decir, de la formación del Estrecho de Gibraltar, se supone que arribaron los primeros homínidos a la región.

Diversas teorías se han planteado cómo y cuando llegaron. De entre éstas es posible formular dos hipótesis, en opinión del Profesor ESCACENA: la primera, procedente del Oriente Próximo, llegaría hacia el Paleolítico inferior; la segunda, que se produce en el Achelense, llegaría através del Estrecho.

En tan larguísimo período de tiempo el clima, el medio físico, la fauna y otros muchos factores no han
podido conocer más que una multiplicidad de cambios, sobre los que no siempre es posible establecer las fases de su evolución. Sin embargo, debemos partir de la base de que ambas orillas proceden de un tronco común en cuanto a su formación y geología, y han debido conocer episodios climáticos semejantes. La influencia oceánica, tanto en la región española como en la marroquí, se hace sentir en una amplia banda que transcurre de uno al otro extremo de la embocadura del Estrecho, desde las costas a las montañas del Rif (Norte de Marruecos) y del Aljibe (Cádiz, España).

El cúmulo de semejanzas que pueden descubrirse entre una y otra orilla desde el punto de vista físico y
natural conforman un escenario casi homogéneo donde los asentamientos humanos debieron evolucionar sin muchas diferencias. Si hay testimonios muy antiguos sobre estas coincidencias en ambas orillas del Estrecho, relativas a diversas épocas, no se puede plantear la continuidad de estas relaciones sin entender la existencia de períodos de aislamiento y de regresión de las poblaciones, de tal manera que estas conexiones parecen interrumpirse.

El lento desarrollo tecnológico de las culturas prehistóricas actúa a favor de una evolución común donde, a pesar de estos lapsus de desconexión, se mantienen las similitudes.

El descubrimiento y la práctica de la navegación desde antes del II milenio a.C. pudo permitir la comunicación marítima entre ambas orillas del Estrecho de manera regular, con una cierta fluidez de contactos y relaciones alternativamente fluctuantes pero crecientes, consideradas en largos períodos.

La semblanza de las naves, procedentes de las islas del Mediterráneo occidental y el Egeo, a su paso por
las aguas del Estrecho quedará inmortalizada por el arte rupestre gaditano de la Cueva de la Laja Alta, a
finales del segundo milenio a.C., como destaca el Profesor LUZON NOGUÉ, dejando un valioso testimonio de la coexistencia de manifestaciones culturales diferentes.

La semejante evolución del megalitismo y de la implantación del vaso campaniforme en ambas orillas, como testimonia el Profesor PONSICH, parece responder tanto a una evolución propia coherente, como a la existencia de relaciones fluidas.

La llegada de las culturas orientales del Mediterráneo, fenicios y griegos principalmente, hacen de este rincón del planeta uno de sus escenarios donde leyendas y mitos se construyen para consagrar el pasado con el devenir de los tiempos.

Las itinerantes Columnas de Hércules (como señala el Profesor DEL CASTILLO), prueba del anhelo descubridor, significaron la apertura del Estrecho y estuvieron representadas en los montes Abila (Monte Hacho, Ceuta) y Calpe (Gibraltar), mas allá de las cuales se encuentra el Mar Tenebroso. A orillas del río Lucus, y por tanto de la ciudad de Lixus, parece tener lugar el episodio de las Manzanas de Oro del Jardín de las Hespéridos; la bajada a los Infiernos venciendo a Cancerbero al sobrepasar las aguas del Estrecho hacia el Océano; y por fin el descanso después de tan prodigiosos trabajos, en las grutas hoy conocidas como de Hércules de la costa cercana a la antigua ciudad de Cotta. (Cabo Espartel, Tanger)

El paraíso de Tartessos, durante tiempo silenciado, emerge desde la mitología a la realidad del mundo
conocido. En él se dan las condiciones para encarnar un nuevo mito, al que eran tan dados los griegos.
Tartessos será en la leyenda el país de la felicidad, de la longevidad de sus monarcas y la inagotabilidad de sus riquezas.

Los fenicios, un pueblo y una cultura claves de la historia del Mediterráneo y del Estrecho de Gibraltar,
son los viajeros que reinauguran esta nueva etapa de relaciones e intercambios a través de éste último,
comunicando el Mediterráneo oriental y el Atlántico. Para ellos, traspasar las Columnas de Hércules debió
de ser un hecho común, dada la multitud de asentamientos que fundaron en las costas atlánticas de ambas orillas. Todavia en la Isla de Tarifa quedan restos de un antiguo puerto fenicio, a poniente de la isla.

Su Hércules, "Melkart" o "Melchartos", presidirá las fundaciones de los fenicios: Santuarios marinos y
templos, factorías y ciudades, irán apareciendo en las costas del Estrecho tras la consecución de un seleccionado emplazamiento. Será con ellos con los que el Estrecho conozca un sistema de asentamientos organizados, especializados en diversas funciones comerciales: Gadir (Cádiz), Cartela (cerca de Algeciras), Tingis (Tánger), Zilis (Arcila), Lixus (cerca de Larache), Amogdul (Essauira), Sala (Salé, frente a Rabat), entre otras
ciudades, además de una constelación de factorías de salazones, van colonizando las costas del Estrecho y su entorno atlántico, y con ello creando nuevas rutas de comunicación.

Los intercambios entre ambas orillas se hicieron más intensos al complementarse sus producciones y el
desarrollo de relaciones comerciales entre ciudades unidas por los mismos dioses y gobernantes. Desde
estas colonias se ejerció, tanto en el norte como en el sur, una fuerte influencia cultural y tecnológica, patente en los numerosos hallazgos arqueológicos de esta época en ambas orillas.

Tartessos intercambia sal marina gaditana, utensilios de metal y ajuares de cerámica, entre otros produc-
tos manufacturados, con la Mauritania, recibiendo de ésta huevos de avestruz, marfil y pieles de fieras de
las sabanas africanas. Junto a éstas, las rutas que llegan desde aquellas ciudades a las costas del
Mediterráneo oriental, llevando pescados y salazones, objetos de plata y oro, vinos y otros productos, tejerán una red de contactos lo suficientemente amplia como para afirmar que el Fretum Tartessicum (Estrecho de Gibraltar) se había convertido en uno de los lugares de mayor tránsito comercial y marítimo.

Los fuertes vientos del Sureste y del Levante que azotan las aguas del Estrecho, sobre todo en los meses de marzo a mayo, paralizarían el tránsito por sus aguas a la espera de la llegada del verano. El conocimiento de las condiciones de vientos, mareas y navegación por sus aguas debió ser tan importante como la tecnología, por entonces limitada, de sus embarcaciones.

El Mar de las Tinieblas ya no es tan desconocido para los griegos del siglo VI, cuando se lleva a cabo el
periplo de los massaliotas que inspira la Ora Marítima de Avieno. Las costas, los ríos, las regiones, los pueblos, se describen para mostrar una realidad, aunque con algunas sombras.

La llegada de Roma a la región del Estrecho supondrá el desarrollo, hasta sus últimas consecuencias, del modelo económico iniciado por los fenicios, al tiempo que se conseguirá un logro sin parangón en la historia, como lo fue la unificación política del Mediterráneo con la extensión de sus dominios a lo largo de su perímetro costero: el Mare Nostrum. Las colonias y ciudades pasarán a integrarse en territorios o provincias y organizarse jerárquicamente, unidas por nuevas vias que comunican entre sí las ciudades, las viejas y las
nuevas ahora creadas, contribuyen a organizar la explotación económica de sus extensos territorios. Los acueductos, puentes, puertos, fortificaciones, templos, villas, y una dilatada relación de tipos de asentamientos han llegado a consumar la colonización más extendida e intensa de ambas orillas de los dos continentes.

Gades (Cádiz), Baesippo (Barbate), Baelo (Bolonia), lulia Tansducta (Algeciras), Carteia (desembocadura
del Guadarranque), Barbesula (desembocadura del Guadiaro) y algunas otras ciudades costeras de la orilla española del Estrecho, junto con sus hermanas de Tingis, Zeles o Zilis (Arcila), Lixus, Banasa y Volubilis sobre el rio Sebú, y otras ciudades de la Mauritania Tingitana, alcanzarán su esplendor bajo el imperio romano convirtiéndose en activos centros comerciales y pesqueros, sustentadoras de un apreciable nivel de riquezas, como lo demuestran las ruinas que se han conservado de esta época y de las que puede ser un ejemplo Volubilis, esplendorosa en tiempos del rey Juba II, pero sin olvidarnos de todas las demás, de las cuales han quedado muestras o testigos de la importancia que tuvieron en el pasado.

En el Fretum Gaditanum, las ciudades refundadas de Carteia (174 a.C.) y Tingis son los enclaves estratégicos de cada orilla, aunque no alcanzarán la importancia y magnitud de las ciudades de su entorno. Cades y Lixus, según nos describe el Profesor GONZÁLEZ ROMÁN.

El Estrecho, por las características de sus costas, corrientes marinas y vientos, tan sólo reúne buenas condiciones de abrigo para todo tipo de embarcaciones en las tres bahías existentes, Algeciras, Ceuta y Tánger, por lo que las rutas marítimas entre estas orillas no admiten muchas variantes. Por ello cobra sentido en diversas épocas la complementariedad que suponen los puertos
del entorno del Estrecho en las relaciones entre las dos orillas, máxime cuando los tiempos empleados en su travesía no representan grandes diferencias, por lo general entre media y una jornada completa de navegación.

La supremacía alcanzada por la marina romana tras la destrucción y conquista de Cartago, despejó del
horizonte por mucho tiempo los peligros de conflictos bélicos en las aguas el Mediterráneo. Las acciones de
los piratas no supondrán una alteración significativa de los tráficos comerciales. El tráfico marítimo por las
aguas del Estrecho debió intensificarse en gran medida en estos siglos de dominación romana. Nuevas mercancías como el aceite, los tejidos, las joyas, las armas, los utensilios metálicos y otros viajaban desde la Bética con destino a Roma y la provincia Tingitana, desde la cual se exportaba ahora esclavos, pieles y oro.
La industria de salazón del atún y la del "garum", comúnmente desarrollada en ambas orillas (destacando las factorías de Tingis y Baelo), vendría a aportar un gran volumen de tráfico de mercancías mediante embarcaciones que hacían la travesía del Estrecho. Las naves romanas, trirremes y galeras, harían el transporte aprovechando las buenas condiciones de vientos y navegabilidad, cubriendo la distancia entre Gades y Roma en una semana aproximadamente.

El declive del Imperio Romano mermará su capacidad de control del Mediterráneo occidental, al
tiempo que permitirá la penetración en la Península Ibérica de los pueblos bárbaros del norte de Europa;
El fin de la pax romana había llegado: alanos, vándalos y visigodos, someten a la languideciente
Híspanla a un duro castigo. La decadencia económica, unida a no pocos problemas ligados al sostenimiento de tan vasto imperio, mostraba el agotamiento del sistema de producción desarrollado por los romanos. A finales del siglo IV, una manifiesta desolación cubre las tierras de la Bética, donde ha comenzado a introducirse la fe cristiana de la mano de los discípulos del maestro San Agustín, como pone de manifiesto el Profesor LOMAS SALMONTE. El Norte de África, desde Cartago e Hipona, lanza a sus predicadores a la otra orilla sembrando la nueva doctrina del cristianismo cuyo avance desde otros puntos de la Península comienza a irradiarse. El paso de los godos abrirá una etapa de la historia cargada de encuentros bélicos, destrucción de pueblos y ciudades, desmembración de un sistema económico organizado y centralista.

El Mediterráneo occidental en el siglo VI presenta un mapa dividido en varios reinos, entre visigodos
(en la Península Ibérica), francos (allende los Pirineos), ostrogodos (en la Península Itálica), y vándalos (en el Norte de África), bajo la estrecha vigilancia del surgente Imperio Bizantino extendido del sur de los Balcanes al norte de Egipto. La inestabilidad de las fronteras entre éstos, los conflictos entre clanes tribales, las frecuentes guerras por consolidar el reparto de los territorios conquistados y las migraciones de pueblos enteros, son características que marcarán este siglo y el siguiente. El cristianismo se expandirá entre los habitantes de Hispania, donde cohabitará con el judaismo y otras religiones paganas. En la otra orilla el cristianismo también se expandirá entre los pueblos magrebíes hasta la llegada, a finales del siglo VII, de los primeros seguidores de la religión del Profeta, el Islam.


Las conexiones del Estrecho de Gibraltar y el Atlántico con los pueblos del Mediterráneo central y oriental, rotas como consecuencia de las invasiones germánicas, se recobrarán con la influencia de Bizancio en ambas orillas del Estrecho: primero en el Norte de África con la conquista de Ceuta, y después en la región gaditana del Obispado Asidonense, aunque no perdurarán por mucho tiempo debido al empuje de los visigodos en Andalucía y de los vándalos y árabes omeyas en el Norte de África.

El Islam en su expansión se transformará en una fuerza arrolladora, desenvolviéndose por el Norte deÁfrica y más tarde por la Península Ibérica. En el año 682 se funda la primera ciudad islámica de Túnez, Caimán; en el 710 los árabes omeyas consiguen el apoyo de los beréberes que apoyarían la conquista de la Península Ibérica; y será en el 789 cuando el rey Idris I funde la ciudad de Fez en Marruecos, aunque para esas fechas ya el islamismo estará extendido por todo Marruecos y al-Andalus.

Desde el año 711, con la irrupción de árabes y beréberes en la orilla norte, el flujo de personas, animales y mercancías a través del Estrecho comenzará a adquirir importantes proporciones, lo que se justifica por la relevancia estratégica que alcanzaron las bahías de Algeciras y Ceuta, así como sus respectivos puertos sustentada en la necesidad de garantizar el sostén y la salida desde el Norte de África para los reinos musulmanes creados en la Península Ibérica.

al-Yazira al-Jadra (Algeciras ó Isla Verde), será fundada por los musulmanes sobre los antiguos asentamientos romanos del Portus Albus y de la coloma lulia Transducta. Su importancia estratégica se vio crecer al convertirse en el puerto más importante de la orilla norte del Estrecho: ni Tarifa ni el Puerto del Árbol en Gibraltar llegarán a tener la actividad de aquélla. Su puerto será descrito como el "más idóneo" para cruzar el Estrecho

por el máximo geógrafo del siglo XII, nacido en Ceuta, al-Idrisi. al-Yazira será la retaguardia de al-Andalus y la puerta del Magreb; en la otra orilla, siguiendo el discurso de la Profesora FERHAT, Sebta (Ceuta) será la puerta de al-Andalus. Tánger y Melilla no tendrán esta relevancia, pero si irán despegando lentamente y desarrollando un creciente tráfico comercial que será de destacar en el siglo XV.

Las naves normandas aparecerán en el Estrecho a mediados del siglo IX sembrando el pánico. Sus acciones bélicas pondrán de manifiesto la debilidad marítima del califato omeya de Córdoba y la necesidad urgente de controlar las aguas y las ciudades puente de ambas orillas, como señala el Profesor VALL VÉ Abderrahmán III mandará construir una flota para la defensa de la entrada del Guadalquivir y del Estrecho, y ocupará Ceuta y Melilla. Sin embargo, el desmembramiento subsiguiente en los reinos de Taifas hará
imposible la consolidación de estos objetivos.

El Norte de Marruecos, durante los siglos VII al X, conoce la fundación de nuevas ciudades de pequeño
tamaño y denota un tenue resurgir. Sebta y Ardía serán los más importantes puertos de esta etapa pero otros como Salé (capital beréber de la tribu Zeneta en el siglo X), Essauira, Anfa (cerca de Casablanca), Larache y Tánger habían comenzado a despertar de sus ruinas. Esta debilidad urbana y portuaria debe de tenerse en cuenta para valorar la magnitud de los posibles intercambios tanto demográficos como comerciales entre ambas orillas del Estrecho.

Sevilla se había convertido en un centro comercial clave de las rutas marítimas hacia el Mediterráneo y
el Atlántico. La internacionalización de las rutas parece despejarse con la presencia de comerciantes de Lisboa, Barcelona, Genova, Ragusa y Venecia, entre otras.

La navegación presentará, sin embargo, un estadio de desarrollo tecnológico semejante al que conocieron los romanos. Naves de pequeño porte (inferiores a las 100 toneladas) y accionadas complementariamente por remos y velas serán características: la galera seguirá siendo típica de estos siglos, mientras que se conocerá una cierta evolución en los instrumentos náuticos, como la introducción del astrolabio.

Desde principios del siglo XI la inestabilidad política en las ciudades andalusíes del Estrecho se acrecien-
ta por las rivalidades dinásticas y por los intensos movimientos de ejércitos que a partir de este siglo se van a producir. La batalla de az-Zallaqa (1086), será un hito histórico, como apunta el Profesor BENABOUD, por lo que supuso de unión entre marroquíes y andalusíes contra el ejército cristiano de Alfonso VI y por su trascendencia política al preservar la continuidad de la cultura islámica en la Península Ibérica.

Almorávides, almohades, meriníes, y numerosos grupos tribales beréberes cruzarán el Estrecho para apoyar la defensa de al-Andalus frente al avance de los reyes cristianos, quienes acabarán atreviéndose a atacar este bien guardado flanco del Estrecho en 1194, cuando Alfonso VI asedia Tarifa por primera vez aunque sería Sancho IV en 1292 quien la incorpore a la corona de Castilla con la intervención militar de Don Alonso Pérez de Guzmán (instaurador de la dinastía de los duques de Medina Sidonia).

En la Edad Media tardía (1275-1515),como señala el Profesor LADERO QUESADA M A el ascenso de los meriníes de Abu Yusuf y su posterior control del emirato del Magreb occidental, dará paso a una etapa de grandes cambios políticos y comerciales, que acabarán transformando el mapa geopolítico de la región.

De otra parte, la marina cristiana había introducido algunas innovaciones en sus flotas, compañías comerciales y rutas, e mtesmfica su actividad, de manera que su fuerza irá suplantando al poder musulmán en los mares de la región.

La militarización del Estrecho hasta la caída de Granada sería una consecuencia del estado de guerra en el que se vivía. Gibraltar, como resalta el Profesor TAZI, es la llave del continente europeo, siendo refortificada y ampliada por 'Abd al-Mu-min hacia 1160 con la intención de hacer valer sus inmejorables condiciones estratégicas para controlar el Estrecho y la Bahía de Algeciras; otras ciudades como Tarifa, Algeciras Ceuta, Alhucemas, Gomara y Alcazarseguer, entre otras estaban bien defendidas por sus recintos amurallados y alcázares.

El Estrecho, al despuntar el siglo XIV, se ha puesto en el ojo del huracán. Su lugar en la historia se eleva en estos momentos, al discernirse aquí la continuidad o el final de la presencia islámica en el sur de la Península Ibérica, su último reducto en el continente europeo. Síntoma de ello será que la conquista cristiana de Algeciras se convierta en una gesta internacional, en la que participan junto a castellanos, leoneses catalanes y aragoneses, los ejércitos de los cruzados de Portugal, Francia, Italia e Inglaterra, siendo su éxito celebrado en las cortes europeas y en la sede de Aviñón del Papa Clemente VI, a quien el rey Alfonso XI regaló diez caballos posiblemente para agradecer el interés que se habría tomado en movilizar la Cruzada. Una flota de 40 galeras y 30 naves se reunió en esta ocasión para una de las batallas decisivas en la historia político-militar de ambos continentes.

Los encuentros bélicos de los siglos XIV y XV marcarán las ciudades del Estrecho de una manera casi irreparable, y pondrán las bases para que el final de la contienda se prolongue en una inagotable fuente de conflictos futuros.

Gibraltar en 1349 es el único reducto musulmán en la bahía y en el Estrecho, y por tanto el último reducto a conquistar; en su asedio, un año más tarde, la peste se apoderará de Alfonso XI y encontrará la muerte
La Roca es además disputada por los reyes de Granada y de Fez, que se alternarán en su gobierno hasta que en 1462, en el día de la festividad de San Bernardo de Claraval, desde entonces patrón de la ciudad acabó conquistada por las tropas castellanas dirigidas por D. Alonso de Arcos. Gibraltar había sido el último -y por tanto el único- puerto musulmán para cruzar el Estrecho.

La costa marroquí no tendría mayor fortuna, y en pocos años la expansión de la corona portuguesa lle-
gara hasta el Estrecho, aprovechándose de la debilidad de la dinastía meriní en las primeras-décadas del siglo XV. Ceuta (1415) y Tánger, codiciadas por su tráfico comercial, supondrán un grave descalabro para el poder musulmán en el Estrecho, guardado ahora, tras la conquista de Gibraltar, por españoles y portugueses.

Mülay Ben Ráád fundará Xauen en 1471 para frenar el avance hacia el interior de éstos y llegará a tomar
Larache, que pasará a ser el puerto principal y ciudad marítima más importante de Berbería. La captura castellano-portuguesa abrirá una nueva etapa de la historia del Estrecho y de las relaciones entre sus orillas

Actualmente el Estrecho de Gibraltar es transitado cada año por mas de 80.000 barcos mercantes que cruzan en ambos sentidos Este y Oeste, ademas de las 30.000 que lo hacen Norte y Sur. Hay que sumarle tambien todos los pesqueros y embarcaciones deportivas que navegan por sus aguas que hacen de este estrecho una de las zonas de más tráfico marítimo del mundo.

         
         
 

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