Seres tan
enormes sólo se conciben en el mar, pues sólo
un medio líquido puede soportar ese cuerpo. Su gran masa
y la presencia de una gruesa capa de grasa bajo la piel evitan
la pérdida excesiva de calor por irradiación.
Al contrario que los peces, los cetáceos son animales
de sangre caliente que mantienen constante su temperatura. Consiguen
esto mediante una irrigación sanguínea variable
de sus distintos órganos, combinada con el enfriamiento
que ocasiona el agua. De este modo nunca sufren exceso de frío
o de calor.
El potente cuerpo porta delante aletas pectorales, que actúan
como timones. En el lomo sobresale a menudo una aleta dorsal
sin esqueleto, y en la punta del hocico o de la mandíbula
inferior poseen algunos pelos que testimonian su condición
de mamíferos.
El cetáceo debe salir periódicamente a la superficie
para respirar aire. Las inmersiones normales duran de cinco
a quince minutos, pero en caso de necesidad el animal puede
permanecer bajo el agua hasta cuarenta minutos. La máxima
profundidad de buceo suele ser de 300 metros. El cetáceo
expele el aire enrarecido a través de uno o dos orificios
contiguos que se abren en la cima de su cabeza, llamados espiráculos.
En las zonas polares el chorro de la espiración, visible
como vaho, sube hasta seis metros de altura. Inmediatamente
vuelve a inhalar aire fresco. En sólo dos segundos la
ballena azul expele 2.000 otros de aire y aspira otros tantos
en sus pulmones. Esta rapidísima ventilación pulmonar
es posible gracias a que los espiráculos se abren súbita
y ampliamente, y a que todos los conductos respiratorios, gruesos
y finos, están reforzados por anillos cartilaginosos,
que evitan toda obturación o angostamiento cuando el
animal respira profundamente.
El alimento de las grandes ballenas consiste en enormes cantidades
de diminutos crustáceos, lo que se denomina el "kril".
La ballena azul usa su boca, poderosa y desdentada, como aparejo
de captura. Primero abre las fauces; luego ensancha la cavidad
bucal mediante la contracción de los músculos
de la garganta y de la parte posterior de la quijada; finalmente
aplasta la lengua contra la mandíbula interior. Una enorme
masa de agua, cargada de "kril" inunda entonces todo
el interior de estas bostezantes fauces. Después los
crustáceos son filtrados. Para ello, donde el perro posee
crestas en el paladar, la ballena tiene a cada lado 300 o 400
láminas córneas colgantes, cada una de ellas de
solo ocho milímetros de espesor. Son las "barbas",
que se disponen en densa serie, como de bastidor, y poseen bordes
libres desflecados. El animal eleva su pesada lengua apretándola
como un mazo contra el paladar, y contrae la garganta. De este
modo exprime el agua, que sale por todos los bordes de las mandíbulas,
"entras los crustáceos quedan retenidos en las barbas
y son finalmente engullidos. No es raro encontrar dos toneladas
de "kril" en un estómago de ballena.